- Eres como un crío, ¿eh? No se te puede dejar sólo. –
Jessica le retiraba de la mano a Álvaro la copa de champán.
- Mira, prueba. Es champán del bueno. – Álvaro le daba a
probar con los ojos muy abiertos y fascinado por ese champán.
- Ah, ¿Qué existe champán del malo? – Jessica dio un sorbo de
la copa de Álvaro. – Sí, estará todo lo rico que quieras, pero lo último que me
faltaba era que nos pusiésemos finos a champán. Además, llevas la corbata como
Dios te ha dado a entender. – Jessica comenzó a rehacerle el nudo a Álvaro en
una impoluta corbata blanca.
- Le tienes mucha manía a mi corbata, ¿eh?
- No, se la tengo a tu nudo. No sabes. Torpe.
- Ay Jessica, ¿Qué haría yo sin ti? – Álvaro reía. Estaba
claro que hablaba con sarcasmo.
- Ir hecho un desastre. – Jessica sonrió sabiendo que le había
ganado esta batalla a Álvaro.
- Odio esa sonrisa de satisfacción tuya.
- Sabes que no.
- Lo sé. – Álvaro la besó.
- ¡Quita! ¡Sabes a champán!
- Mmm… ¡rico, rico! – Ambos comenzaron a reír.
Unos jardines preciosos. Una piscina acristalada en medio.
Mesas con todo tipo de bebidas y canapés encima. Era una fiesta ibicenca
demasiado formal. Habría todo tipo de celebridades. Actores, cantantes y hasta
cazatalentos. Auryn cantaría en esa fiesta aprovechando la presencia de los
cazatalentos.
Rocío apareció de la mano de Carlos, dejando a todo el mundo con
la boca abierta. Jessica no pudo por menos que tirar de la mano de su amiga
para llevársela a cualquier otro sitio. Otra cosa no, pero Jessica era impulsiva
como ella sola. Fueron a parar unos metros más lejos de la puerta de entrada a
los jardines.
- ¿Tú y Carlos? ¿En serio? Ver para creer, de verdad. –
Jessica no cabía en sí de alucinamiento.
- No sé.
- ¿No sabes? ¿Cómo no vas a saber? Rocío, Dani…
- Ese es el problema.
- ¿Cómo?
- Mira, he estado bailando entre estas dos aguas, pensando
que quería más a Dani de lo que quiero a Carlos. Pero hay algo que uno me
ofrece y el otro no.
- ¿Y qué es exactamente?
- Estabilidad. Dani me marea. Primero Claudia, luego se peleó
con Carlos por mí.
- Y tú ya lo arreglas del todo estando enrollada con el otro.
- No es nada serio, Jessica.
- Rocío, vas a hacer daño a Dani. Y lo peor de todo es que
sabes que quieres más a Dani de lo que jamás llegarás a querer a Carlos.
- Puede que sí.
- ¿Sabes algo de Dani?
- He hablado con él hará quince minutos. Se estaba peinando.
Dale media hora para la melena. – Rocío no pudo evitar sonreír. – Lo que tarde
en coger el coche y llegar. ¿Por qué?
- Actúan en una hora y nos tenemos que encargar de reunir a
todos.
- Vale. Y, por favor, no le digas nada a Dani.
- ¿Encima no lo sabe? Os estáis luciendo Carlos y tú de una
manera…
- Se lo va a decir él.
- Sois la caña. – Otro alarde de ironía por parte de Jessica.
- Estaba asustada de cómo reaccionaríais. Gracias por el
apoyo a pesar de lo mal que no lo hemos montado, Jess.
- Para eso estamos. – Jessica sonrió a su amiga, con la intención
de transmitirle confianza. Sabía lo asustada que estaba por la futura reacción
de Dani.
Poco a poco el sitio se fue llenando de gente. Los chicos fueron
llegando. Y el último, y para no variar, Dani.
- Más te vale que te proclamen Pelo Pantene, ¡porque no veas!
– Jessica despeinaba a posta a Dani.
- ¡Estate quieta! – Dani reía.
- ¡Es que eres muy cuqui!
- ¿Gracias?
- De nada. Y ahora es cuando, aunque sea por cumplir, me
dices que voy guapa o algo de eso.
- Es que vas guapa, Jess. – Dani la abrazó.
Elena llegó media hora después con Gastón. Todos la saludaron
entre abrazos y besos a modo de felicitación por su reciente premio. David
estaba en una de las mesas sirviéndose cuando alguien apareció detrás de él
tapándole los ojos con las manos.
- Manos frías y suaves. Las reconocería entre un millón. A
esas manos las llevé yo a la azotea más bonita jamás vista. Hola Elena. – David
sonreía de autosatisfacción.
- ¿Siempre eres así con todos?
- Con quien se lo merece.
- Soy una privilegiada, ¿verdad?
- Correcto. Anda, sírvete y brindemos.
- ¿Por qué quieres brindar?
- Por todo lo que está por venir.
- ¿Todo lo que está por venir?
- Sí. Tiene pinta de estar genial.
- Me encanta tu optimismo.
- Brindemos. – Ambos chocaron sus copas. En ese momento, parte del
contenido de la de Elena fue a parar a la americana de David.
- No puede ser. ¡Lo siento tantísimo! – Elena estaba
boquiabierta.
- No pasa nada, tranquila.
- No, ha sido mi culpa. Ven, vamos dentro, a ver si te puedo
arreglar la americana.
Dentro, Elena no paraba de frotar la mancha en la americana
maldiciendo todas las cosas. La mancha no salía de la impoluta americana
blanca. David la observaba con atención. Levantó la barbilla de Elena con la
mano, acercó sus labios a los de ella, que se había quedado mirándole a los
ojos cuando él le había levantado la barbilla. Ella acogió el beso e, incluso,
se permitió el lujo de continuarlo. Cuando se separaron, las mejillas de David
se encendieron.
- Oh, vaya, lo siento. – David no podía menos que disculparse.
- No, no te preocupes. Lo siento David, la mancha no sale.
Debo volver con Gastón, es con él con quien debería estar ahí fuera. Lo siento
yo, de veras. – Elena le devolvió la americana y salió de nuevo al jardín.
Estaba atardeciendo. Aprovechando la ocasión, en esos jardines,
por lo altavoces sonó una recién estrenada balada del nuevo disco de Auryn.
Álvaro agarró a Jessica para bailar.
- Lo sé. “Me
gusta llegar y verte concentrada entre tus cosas, matar el tiempo repasando
nuestra historia. No te quiero perder.” –
Álvaro había cercado su boca al oído de Jessica, susurrándola. El corazón de
Jessica comenzó a ir a diez mil por hora.
- “Me provocas algo más, no sé definirlo.” – Jessica amaba esa canción a más
no poder. - ¿Sabes algo?
- ¿Qué?
- Esta canción salvó mi vida.
La noche culminaba. La gente comenzaba a irse. Rocío esperaba al
taxi en el que venía Carlos a recogerla. Era la oportunidad de Dani, que no se
había dirigido a ella en toda la fiesta.
- ¿Por qué? – Preguntó Dani, que estaba detrás de Rocío.
- Surgió. No creo que deba de tener explicación para eso.
- Me lo tenías que haber dicho.
- No era nada fácil, Daniel.
- No te vayas con él, por favor.
- Ocho letras, dos palabras. Dilo y seré tuya.
- Te quie… - Dani no fue capaz de terminar la frase.
- Gracias, es todo lo que necesitaba.
Rocío se subió al taxi donde se encontraba Carlos. Ella apoyó la
cabeza en su hombro y él la acogió con un beso en la frente.