martes, 5 de febrero de 2013

Capítulo 5


- Elena, relájate. Tan sólo puede que recibas uno de los premios más importantes de tu carrera con una tan pronta edad. – Elena se repetía esto una y otra vez delante del espejo. Estaba nerviosa. Tenía unos días de completo movimiento últimamente. Ese día comida con el equipo y al día siguiente, gala de premios. Un día más de estrés. Elena necesitaba un día de relax. Entre promociones, entrevistas y fiestas estaba agotada desde hacía días. Jamás se pensaría que lo que era un sueño para ella fuese tan movido.

La Moraleja. Probablemente la urbanización más cara y lujosa de Madrid. David se retocaba la cresta conforme se acercaba a semejante puerta. Se estiraba la americana. Practicaba alguna que otra sonrisa. Se pasaba la lengua por los labios. ¿En qué momento se le había secado la boca? No iba a casa de cualquier persona. Sí, sólo iba a por unos papeles. Pero, ¿era consciente de quien le va abrir? Pulsó el timbre. Una voz femenina contestó y abrió. Por el camino se cruzó con un hombre alto, rubio y de ojos azules y con acento argentino. Le sonaba. Otro actor. Gastón Dalmau creía recordar que se llamaba. Era normal. Los famosos siempre estaban destinados a estar juntos. Este era un claro ejemplo. Actor y actriz. David le saludó con un estrechamiento de mano.

- Elena está dentro. – Le dijo a modo de saludo. Se colocó las gafas de aviador y salió de la casa.

David entró en la casa y allí la vio. De espaldas, buscando unos papeles en una enorme carpeta roja.

- Hola. – Saludó David.
- Ah, hola. – Ella se dio la vuelta y le saludó. Parecía tener prisa. – Os esperaba a los cinco, a decir verdad.
- Teníamos ensayo ahora y no podían venir. Vengo yo, recojo esto y me marcho al ensayo que como llegue un poco más tarde, me matan.
- De acuerdo. Pues toma. Estos son los papeles. Están todos en regla. ¿No vais a la comida con el equipo? Pensé que estaríais allí, sois parte de la película. – Ella sonrió. Otra cosa no, pero a David le parecía preciosa. Se había visto siempre sus pequeños trabajos en teatro hasta llegar a la gran pantalla. Pero era un absoluto amor platónico.
- No, no vamos a la comida. Vamos a los premios de mañana. A ver si hay suerte y nos cae uno a cada uno.
- El de “mejor banda sonora” os lo merecéis muchísimo.
- Y tú el de “mejor actriz”. Estos premios son muy importantes y tenemos los nervios a flor de piel.
- Y que lo digas. Bueno, me tengo que ir a la comida. ¿Quieres que te deje en el ensayo?
- No, en serio, no te preocupes. Ahora cojo un taxi.
- Voy al centro, en serio. No me importa para nada.
- Está bien.

Al otro lado de Madrid, el ensayo. Álvaro llegaba tarde con Jessica. Andaban muy deprisa.

- Me van a matar. – Álvaro no paraba de repetirlo una y otra vez.
- ¿Te quieres relajar? David también llegará tarde por ir a recoger los papeles a casa de Elena. Estáis todos atacados de los nervios por los premios de mañana, ¿eh?
- Lo sé. Lo siento cielo, no pretendía hacerte sentir mal por llegar tarde. Perdóname. – Él la besó en la frente.
- No pasa nada. Ah, y tienes un grano del tamaño del Teide en la frente.
- ¿En serio?
- Sí.
- No pasa nada, mañana seguro que me lo tapan como puedan.

Llegaron y allí estaban todos. Sólo faltaba David.

- ¿Qué vas a hacer ahora? – Pregunto Álvaro a Jessica. – Puedes quedarte al ensayo, pero ya sabes lo que dice siempre el manager, serías una distracción para mí.
- Lo sé, no te preocupes. Voy a molestar a Rocío un rato y nos vamos de compras y a comer por ahí.
- Está bien. Cuando acabemos, te llamo y te invito a cenar. ¿De acuerdo?
- Vale. Luego te veo. – Ella le besó y salió por la puerta.

Veinticuatro horas después, los nervios predominaban todas las situaciones.

- Gastón, ¿me puedes ayudar? No llego a la cremallera del vestido. Maldito el que colocó las cremalleras de los vestidos en la espalda y que hace que no pueda llegar. – Elena llamaba a Gastón desde el baño.
- Voy. – Gritó él desde el salón.
- Oye, ¿Por qué no estás vestido? Te recuerdo que tú también vienes a la gala de premios.
- Te noto un poco nerviosa. Ahora me visto. Yo voy más tarde. No voy al photocall, voy a la gala directo.
- ¿Nerviosa? ¿Yo? ¿En qué dices que lo has notado? Espera, espera, ¿qué no vas al photocall has dicho? ¿Y ahora me quedo sin pareja? Genial Gastón, genial todo.
- No, no voy Elena. Tengo una reunión. No puedo cancelarla, es importante. Y justo coincide con la hora del photocall. Confío en llegar a la cena a tiempo. Pero si lo que te preocupa es lo de la pareja, pídeselo al chico que ha venido esta mañana, era muy guapo.
- Espera, espera… ¿de verdad estás celoso de David? Es muy buen chico Gastón pero, ¿con quién estoy? Me parece increíble que cada vez que hago una película tengamos que discutir sobre lo mismo. Si no es un actor, es uno de los cantantes de la banda sonora. No quiero estar así a diario, Gastón.
- Ni yo.
- Pues paremos esto. Está bien, haremos una cosa. Iré al photocall con el resto de protagonistas de la película y espero que llegues a la cena de después.
- Intentaré llegar.
- ¿Qué lo intentarás?
- Iré. – Gastón sonrió.
- Ese es mi chico. – Elena lo besó.

La casa de Dani. Jessica salía de la cocina con un bol gigantesco de palomitas. Rocío esperaba sentada en el sofá del salón cambiando de canal de la tele constantemente.

- ¿Cuánto queda para que empiecen los premios? – Preguntó Jessica.
- Quince minutos o así.
- He de anunciar que acabamos de dejar a Dani sin palomitas ni Coca Cola.
- No te preocupes. ¡Para cuando él no deja en mi casa!
- Eres cruel, pelinaranja. – Dijo Jessica, lanzándole un cojín. – Voy a hacer una llamada, ahora vuelvo.
- Está bien. – Rocío cogió el bol de palomitas y continuó haciendo zapping.

Los premios fueron un absoluto éxito. Auryn se llevó el premio a “mejor banda sonora” y Elena el de “mejor actriz”. Probablemente fueron los mejores premios que habían recibido. Elena era muy joven y recibir un premio así a su corta edad era algo impresionante que muy poco habían conseguido. Y Auryn, para ser su primera banda sonora, llevarse un premio era algo prácticamente imposible pero que ellos habían hecho posible. Hicieron muy buena justicia a la película. Luego, todos se dirigieron a la gran cena de celebración que había para celebrarlo. Todo el equipo se sentó en una mesa extremadamente larga a cenar. Elena estaba algo decaída y eso David lo notó.

- Eh, ¿pasa algo? Mira que tras ganar un premio, nadie debería estar triste.
- Nada, nunca parece que me pase nada. Sinceramente, no tengo muchas ganas de estar aquí.
- Ven, sé un sitio en el que estoy seguro de que querrás estar. – David le tendió su mano. Elena la cogió.

Salieron del salón donde se estaba celebrando la cena. Entraron en el ascensor. David pulsó el número del último piso. Subieron hasta allí. Salieron. David la conducía de la mano por unas últimas escaleras. La expresión de Elena ya no era tan triste. Él forzó la puerta que había al final de esas escaleras y la abrió. Salieron a una especie de patio enorme.

-Dios David, ¡esto es precioso! – Elena se asomó hacia abajo. – ¡Mira que altura hay desde aquí! Pero, ¿cómo sabías de este sitio?
- Mi madre trabajó durante muchos años de camarera aquí. Yo era un niño muy inquieto y siempre que me traía al trabajo, trasteaba por todas las plantas. Pero no hablemos de mí, que es demasiado aburrido. ¿Qué te pasa Elena? Y no vale decir que nada, porque no colaría.
- Está bien. Como ya sabes, estoy con Gastón.
- Sí.
- Llevamos como dos años saliendo y siempre estamos igual.
- ¿Igual?
- Sí. Antepone siempre su carrera a mí cuando yo hago todo lo contrario por él. Siempre igual. Sin embargo, siempre discutimos cuando yo hago una película por llevarme bien con alguno de los protagonistas, con algún guionista o el director. Siempre discutimos. Y no podemos estar siempre así. Y lo de ahora no es por eso, porque siempre lo acabamos hablando y arreglado, pero me dijo que estaría aquí y no es cierto. Tenía una reunión de un nuevo papel que le ha salido en una serie pequeñita y dijo que para la cena estaría seguro, pero me he quedado con las ganas.
- Elena, él no te merece.
- O tal vez no le merezca yo a él. O seamos de mundos diferentes aunque seamos tan parecidos. O quizá, es que me he enamorado.
- Puede ser cualquier cosa. Pero, ¿sabes qué? Él no habría querido que estuvieses hoy mal. Además, vas muy guapa y has ganado un premio. ¿Porqué estropearlo con lágrimas o tristeza?
- Gracias David, de verdad. – Elena lo abrazó. Olía genial y la comprendía. Increíble. Tal vez, lo que tanto tiempo llevaba buscando estuviese delante de sus narices.