jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 6


Jessica salía de la boca del metro. Plaza de España. Inolvidable. Sus primeras citas habían sido allí. Cada vez que quedaba con él, era una tradición ir allí. Pero él se marchó a Barcelona. El trabajo se lo pedía. Su nueva serie. Probablemente el trabajo de su vida. Y él la dejo. Alex era una herida aún abierta en la vida de Jessica. Una sombra de su pasado. Cuando él dijo de quedar, ella no pudo decir que no. Era obvio que a Álvaro no le iba a gustar. Pero, ¿y si no se lo decía? No iba a pasar nada con Alex. O al menos, esa era la idea que llevaba Jessica en la cabeza. Le vería ese día y punto. Desaparecería de nuevo de su vida sin dejar rastro, como la última vez. ¿Pero era Jessica consciente del daño que el volver a ver a Alex le podía causar? Puede que no. Le echaba de menos. Era innegable. Fue su primera relación seria y la que más hondo le caló. Con Álvaro todo iba genial. Le quería, eso era indudable. Pero necesitaba ver a Alex. Comprobar que efecto tenía aún él sobre ella. Jessica miró a su móvil. Dos mensajes de Álvaro preguntando por su paradero. ¿Estaba preocupado o posesivo? Lo mismo hasta se olía algo. Con Álvaro nunca se sabía. Era el de las mil y una sorpresas. Decidió que contestaría después. Alzó la vista y allí le vio. Vaqueros y camisa a cuadros. Estaba exactamente igual que siempre. Un poco más mayor, pero su sonrisa no había envejecido. Seguía siendo esa sonrisa pícara, reconocible entre un millón. Pero no todo era igual. No le brillaban los ojos. La mayor cualidad de Alex era esa, el brillo de sus ojos. ¿Qué le pasaba? ¿No estaba contento de verla? ¿No le trataba bien la vida? Incomprensible. Como siempre. Alex era una persona complicada.

- Pensé que no vendrías. – Él saludó con una sonrisa.
- La vida da muchas vueltas.
- Tú y tu eterno karma, ¿no es así?
- Mi karma y yo somos ya como uña y carne. Lo sabes.
- ¿Cómo estás?                        
- Sorprendida de que pensaras en mí según llegaste a Madrid.
- ¿Sorprendida?
- Las cosas entre nosotros no acabaron bien, Alex…y lo peor de todo es que no vas a entender nada.
- Explícamelo.
- ¿Qué te explique el qué? ¿El de qué manera dejaste a la persona que supuestamente era “el amor de tu vida” por rodar una serie? ¿En como lo pasé todo ese tiempo en el que decidiste olvidarte de mí? ¿En no recibir ni una llamada tuya? Estaba dispuesta a tener algo contigo aunque estuviésemos lejos. Pero es algo que ni se te pasó por la cabeza, ¿verdad? No Alex, esta vez es dife… - A Jessica no le dio tiempo a acabar la frase cuando tenía a Alex besándola.  – Mira, esto es ya lo que me faltaba. Las cosas no funcionan así, Alex. – Jessica le miró con enfado y le propinó un bofetón. – Olvídame Alex. Borra mi número porque no quiero volver a saber de ti. Estoy con Álvaro y es a él al que quiero. Si pensabas que porque vinieras reclamando una segunda oportunidad, todo iba a ser igual que antes, te has equivocado muchísimo. Adiós Alex, que seas muy feliz.

Y Jessica se marchó. Sabía que era mucho mejor no mirar atrás. Se dio cuenta de algo. Alex había significado mucho para ella. En el pasado. Ahora tenía que mirar hacia delante con Álvaro. Se sintió orgullosa de darse cuenta de que esa herida del pasado ya estaba cerrada. Sonrió, pero por poco tiempo. Álvaro. Había olvidado contestarle a los mensajes. Decidió llamarle.

- Dime darling. – Álvaro de buen humor. Tenía buena pinta.
- ¿Dónde estás?
- En casa. Iba a hacer una de pelimanta con palomitas de mantequilla. Que casualidad que sean tus favoritas, ¿no crees? Si no tienes nada que hacer, te espero.
- ¿En serio? Pues dame unos quince minutos.
- ¿Quince minutos? ¿No vienes desde Getafe?
- Estoy en Plaza de España y casi sin cobertura, Álvaro. En cuanto llegue te cuento, es una historia muy larga.
- De acuerdo. Te espero aquí. – Él colgó.

Veinte minutos después, se encontraba en su portal. Él la recibió como siempre, con los brazos abiertos.

- ¿Leíste mis mensajes? – Preguntó él nada más entrar Jessica.
- Sí, pero estaba ocupada, no podía contestar.
- Me tenías que contar lo de la historia muy larga y esas cosas.
- De acuerdo. Pero antes, prométeme algo.
- Dime.
- Que lo que te vaya a contar no haga que dejes de quererme o que quieras alejarte de mí, por favor.
- Me estás preocupando, Jessica. – El semblante de Álvaro cambió por completo. No sonreía. Es más, imponía estando tan serio.
- Más me preocupa a mí que por una tontería, decidas no volver a verme.
- Eso no pasará. Bueno, depende de la gravedad del asunto. Pero, ¿me lo quieres contar ya?
- De acuerdo. Verás, esta tarde he quedado con Alex en Plaza de España. Sé que he hecho mal en quedar con él sin decírtelo, pero pensé que no pasaría nada malo.
- ¿Y qué ha pasado? – Se notaba a leguas de distancia el enfado de Álvaro.
- Le he intentado dejar la cosas muy claritas y...
- ¿Y?
- Me ha besado.
- ¿Cómo? ¡Yo mato a ese mal nacido! Jessica, dime que no has continuado el beso, por favor. Dímelo… - Los ojos de Álvaro comenzaban a llenarse de lágrimas.
- No lo he hecho Álvaro. Es más, le he dado un bofetón. Le he dicho que me borrara de su vida, que no tenía intenciones de saber nada más de él.
- ¿En serio?
- Álvaro, yo no voy regalando los “te quiero” y si te digo que te quiero es porque es completamente sincero. Ahora estoy contigo. Él tuvo su oportunidad y decidió cambiarme por el supuesto papel de su vida.
- Necesito aclararle cuatro cosas a ese impresentable.
- No, no le vas a aclarar nada. Porque entonces, estarás entrando en su juego, que es lo que precisamente lo que quiere. Y que no me da la gana que te partas la cara con quien no merece la pena hacerlo. Mira, vamos a hacer una cosa. Coge, haz las palomitas, ponemos la película, nos tapamos con la manta y pasamos la tarde juntos.
- ¿De verdad quieres?
- Nada me apetece más. Además, ¡jamás le diría que no a unos planes como estos contigo!
- Esa es mi chica. – Álvaro recobró la sonrisa. Álvaro la atrajo hacia sus brazos y allí la mantuvo. Confiaba en Jessica. Y ella le había demostrado que era digna de esa confianza. 

Esa misma tarde. Tras un cielo nublado, había vuelto a salir el sol. David salía a toda prisa de casa. Ya llegaba tarde. Pilló el metro por los pelos. Hacia el aeropuerto. Cuando llegó, ahí la vio. Esperándole con las maletas.

- Bienvenida a Madrid, señorita. – David la saludó.
- Gracias por venir, de verdad. Gastón no podía y tenía ganas de verte. Después de la cena del preestreno, no supe más de ti. – Elena sonreía, encantada de verle de nuevo.
- Pues no me he movido de Madrid nada más que para ir de gira. ¡Más desaparecida has estado tú! ¿Qué tal por Miami?
- Increíble. Eso sí, creo que vuelvo con muchísimo jet lag.
- Eso es fácil de arreglar. ¿Te hace una de Starbucks?
- Me parece genial.

Y hacía allí fueron, con mil novecientas historias por contarse tanto de Miami como de Madrid. Sí, al final se había quedado una buena tarde que se podía disfrutar en muy buena compañía.